Religión Romana

La religión romana se vio claramente influenciada por la religión griega, de hecho se puede constatar en las características de sus dioses y los templos para adorarlos.

Sin embargo, los romanos incorporaron elementos para adaptar las creencias a las necesidades de un imperio que estaba naciendo.

Los romanos eran politeístas, pues adoraban a numerosos dioses, y cada uno de ellos poseía el dominio sobre un ámbito de la existencia humana.

Los dioses romanos eran antropomórficos porque eran semejantes a los hombres, no solo en su apariencia física sino también en sus sentimientos; los dioses amaban, se irritaban, sufrían de celos o tenían deseos de venganza. Se diferenciaban de los hombres por su inmortalidad.

La religión romana no era revelada, esto quiere decir que no poseía un libro sagrado como el cristianismo donde se recogían los preceptos y dogmas a seguir. La mayoría de los relatos de la Mitología Romana han sido transmitidos por los poetas en sus obras.

En la cultura romana la religión poseía una estrecha relación con el Estado, que controlaba los cultos públicos. Los sacerdotes eran elegidos como cualquier otro magistrado para el desempeño de su cargo. El cargo de sacerdote era temporal y no necesitaba preparación previa.

Religión de la antigua roma: características

Tenían tres tipos de cultos dentro de la religión romana: el doméstico, el público y posteriormente el culto imperial, el cual quedó vigente incluso con la llegada del cristianismo.

En el culto doméstico cada hogar adoraba a ciertos numinas o dioses que tenían como tarea velar por el bien familiar, ya sea en la alimentación, la seguridad, y la fortuna.

Existían varias figuras de dioses quienes contribuirían con el bienestar de todos en el hogar: Los Lares velaban por la vida familiar y por la prosperidad. Eran pintados en las paredes o estaban en formas de estatuillas.

Los dioses Penates eran aquellos que protegían los derechos y deberes dentro de la vivienda. En su honor, se hacían sacrificios pequeños y su altar generalmente se encontraba en la cocina.

El Genius era la deidad que tutelaba sobre los seres humanos y cosas. Se le nombraba en eventos importantes como las ceremonias nupciales.

Por último, estaban los dioses pequeños que velaban sobre las actividades diarias, como la diosa que cuidaba la entrada y salida de los integrantes del hogar, el dios que velaba por el bien de los rebaños, los dioses del comer y del beber.

En el culto público se hablaba de dioses muy similares a los griegos y egipcios, sobre todo la triada principal integrada por Minerva, Juno, y Júpiter.

Para alabar a los dioses se hacía una variedad de actos como sacrificios de animales o plegarias. Asimismo durante los inicios de la religión romana se construyeron numerosos templos para adorar a las deidades.

En cuanto al culto imperial, este vino impuesto tras la llegada de los emperadores. Tras la muerte de Julio César y durante el principado de Augusto, el significado sagrado del emperador se intensificó, por lo que se construyeron templos en su honor y a su muerte, se divinizó.

Dioses de la religión romana

Cuando se produjo la conquista de Grecia, los romanos tomaron como propios los dioses griegos a quienes cambiaron la denominación.

En la religión romana los dioses tenían una organización jerárquica. Por encima de todos se encontraba Júpiter, dios del cielo, de la tierra y de los hombres.

A Júpiter le seguía una serie de dioses principales que conformaban el panteón romano y luego existían otros menores, como las Musas o las Ninfas.

Entre los dioses más influyentes de la Mitología Romana tenemos a Júpiter, dios del cielo y el firmamento, siendo su responsabilidad todo fenómeno que viniera de este como las lluvias, truenos y vientos. Era considerado como el protector oficial de Roma.

Minerva es la diosa de la sabiduría romana, protectora de Roma, deidad de la estrategia militar, atributo de mucha importancia para los generales romanos, antes, durante y después de la batalla.

Por su parte, Juno era la protectora de las mujeres, la patrona de Roma y diosa de la familia.

Creencias de la antigua roma y celebraciones religiosas

El calendario religioso romano reflejaba la hospitalidad de Roma ante los cultos y divinidades de los territorios conquistados. Originalmente eran pocas las festividades religiosas estrictamente romanas, pero poco a poco se fueron ampliando.

Algunas de las más antiguas sobrevivieron hasta finales del imperio pagano, preservando la memoria de la fertilidad y los ritos propiciatorios de un primitivo pueblo agrícola.

A pesar de ello, se introdujeron nuevas fiestas que señalaron la asimilación de los nuevos dioses dentro de la religión romana.

Entre las fiestas religiosas romanas más importantes figuraban las Saturnales, las Lupercales, las Equiria y los Juegos Seculares.

Fiestas saturnales

Bajo el Imperio, las saturnales se celebraban durante siete días, del 17 al 23 de diciembre, durante el periodo en el que empieza el solsticio de invierno. Festividad que los cristianos cambiaron por la Navidad.

Toda la actividad económica dejaba de funcionar, los esclavos recuperaron momentáneamente su libertad, había intercambio de regalos y se respiraba por todas partes un ambiente de alegría.

Fiestas lupercales

Era una antigua fiesta en la que originariamente se honraba a Luperco, un dios pastoral de los itálicos. La fiesta se celebraba el 15 de febrero y es el origen de San Valentín.

Tenía lugar en la cueva de Lupercal en el monte Palatino, donde se suponía que una loba había amamantado a los legendarios fundadores de Roma, los gemelos Rómulo y Remo.

Fiestas equiria

Festival en honor de Marte, se celebraba el 27 de febrero y el 14 de marzo, tradicionalmente la época del año en la que se preparaban nuevas campañas militares.

Fiestas de los juegos seculares

Durante estos juegos se realizaban tanto espectáculos atléticos como sacrificios. La tradición decía que se tenían que celebrar una vez cada siglo, para señalar el comienzo de uno nuevo, pero en realidad se hacían más.

La religión monoteísta que fue adoptada por el imperio romano

Aunque los cristianos fueron perseguidos mientras la religión politeísta se mantuvo como la oficial, durante el final del Imperio el cristianismo comenzó a abrirse paso.

Tras la legalización por parte de Constantino I, el monoteísmo fue expandiéndose y tomando fuerza a lo largo de Roma, desplazando y condenando a los antiguos dioses y festividades.

Teodosio I sería quien finalmente en el año 313 d.C legitimara el cristianismo como única religión válida, así como también establecería la prohibición de la religión romana tradicional, al menos públicamente.

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