
La figura de Esculapio: medicina, sanación y templos curativos
En la mitología romana, Esculapio era el dios de la medicina y la sanación, se sincretiza con Asclepio, dios de la medicina y la salud. Como deidad, fue traído a Roma desde Epidauro, Grecia, en el año 293 a. C., tras una consulta a los libros Sibilinos sobre un brote de peste que se extendía por toda la ciudad.
Una delegación de Roma fue enviada a Epidauro para solicitar la ayuda del dios Asclepio. Los griegos aceptaron la petición y entregaron a los romanos una serpiente sagrada, símbolo del dios y que, según se creía, encarnaba su poder divino. La delegación transportó la serpiente a Roma y, durante el viaje, se dice que la serpiente abandonó el barco y nadó hasta la isla Tiberina, en el río Tíber.
Luego de este acontecimiento, los romanos consideraron a la Isla Tiberina como el lugar apropiado para establecer un santuario dedicado a Asclepio. En el año 289 a. C., se fundó un Asclepeion romano en esta isla, que se convirtió en centro del culto a este dios en Roma. Esto marcó la integración de esta deidad en la vida religiosa romana.
Además de ser un centro de culto, el santuario de Esculapio en la Isla Tiberina se convirtió en uno de los principales centros de sanación de Roma, en el que fusionaron las prácticas religiosas griegas con las tradiciones romanas.
El culto a Esculapio cobró mayor importancia, simbolizando la integración del conocimiento médico griego en la sociedad romana. El templo y sus rituales curativos reflejaban la creencia romana en la conexión entre la salud y la intervención divina. Con el tiempo, el culto se extendió por todo el Imperio romano, dejando un legado perdurable en la medicina, la religión y la identidad cultural romanas.
El culto a Esculapio y el desarrollo de la medicina en Roma
La llegada del dios de la medicina helenística a Roma fue un acontecimiento significativo para la sociedad romana; la peste se disipó rápidamente. Así, el culto a Asclepio (que fue romanizado y, a partir de entonces, llamado Esculapio) se popularizó en todo el Imperio romano gracias a la erradicación de la peste.
Los romanos veneraron con gusto al dios de la sanación, y aunque tanto los antiguos griegos como los romanos veneraban con entusiasmo a Asclepio, no compartían la misma visión de la medicina. En la sociedad griega antigua, el arte de la medicina estaba bastante consolidado. Existían numerosas escuelas de medicina, y los médicos no eran raros en el mundo griego.
Los romanos, sin embargo, abordaban la medicina de forma diferente. Según las crónicas del escritor romano Plinio el Viejo, antes de la llegada del médico griego Archagathus en el 219 a. C., no había médicos en Roma, debido a que los antiguos romanos no veían el arte de la medicina con buenos ojos.
Consideraban que eran innecesarios, porque la tierra producía todos los remedios naturales para las enfermedades, y consideraba que los médicos eran malos porque les quitaban a las personas la responsabilidad de cuidar de su propia salud.
Tras la llegada de Asclepio a Roma, nunca se insistió en que existiera una deidad equivalente romano. Por lo tanto, su importación y latinización como Esculapio constituye un acontecimiento trascendental y único en la historia romana, tanto en términos de medicina como de religión.
La integración de esculapio a la religión romana ayudó al Senado y al pueblo a superar su desconfianza hacia los dioses extranjeros, su culto se extendió a toda Roma y la aceptación y exaltación a esculapio fue fundamental para disminuir la resistencia a medicina y los médicos, que en su mayor parte provenían de Grecia.
Función de los templos de Esculapio en Roma
El culto a Esculapio no se limitó solo a la Isla Tiberina, se extendió también a otras partes del Imperio romano, reafirmando el importante papel del dios en la vida cultural y religiosa de la época. Con el tiempo, el culto a este dios se fusionó con otras deidades y prácticas médicas, contribuyendo a la evolución de la medicina romana y a la asimilación de la herencia griega por los romanos.
Los templos de Esculapio no tenían solamente una función religiosa, eran también templos curativos. Lugares donde los romanos acudían en busca de sanación y refugio. funcionaban como hospitales y sanatorios, ofreciendo diversos tratamientos, procedimientos quirúrgicos y remedios farmacológicos que eran preparados por los sacerdotes del templo. Igualmente, se realizaban rituales de purificación y prácticas mágicas.
La incubación era una práctica esencial de quienes dormían en el templo, esperaban que un sueño de Esculapio les curara la enfermedad o les diera la indicación para una sanción definitiva. El cuerpo y la mente debían ser previamente preparados para recibir el sueño sagrado. Por ello, los pacientes realizaban rituales previos, como ayunos, dietas, oración y baños purificadores.
Luego de la preparación, los enfermos pasan la noche en el ábaton, un área especial del templo, en la recibían la visita del dios Esculapio. Al despertar, contaban lo soñado al sacerdote, quien tenía la capacidad para interpretar el mensaje enviado por Esculapio y le indicaban al paciente si la curación le había sido concedida.