
El papel de los Lares en la religión romana y su importancia en la vida familiar
La religión antigua romana se caracterizó por varias vertientes donde se destacaban los ritos familiares y el ámbito estatal, con control implacable sobre las prácticas religiosas, lo que fortaleció el culto sencillo adaptado al entorno familiar.
La creencia en dioses Lares que auxiliaban en necesidades cotidianas, era una expresión religiosa donde se destacaba la virtud de la piedad del buen romano, para mantener la pax deorum que facilitaba la paz y la prosperidad. En el plano familiar, ayudaba al funcionamiento de la domus, con dioses esenciales para la tutela de la casa y la familia.
En las narraciones de Ovidio, los dioses Lares eran hijos de Mercurio, figuras gallardas adolescentes con cuerno de la abundancia, movimientos ágiles y vestimenta corta, que desempeñaban el rol de rector o genio Pater del hogar.
Las divinidades tutelares, latarios, tenían raíces etruscas y se les atribuía la protección de la prosperidad del territorio y la huerta. Luego, se convirtieron en dioses lares Augusti por reformas de Augusto en 14-13 y a.C. y como divinidades dentro de las casas, protegían la fecundidad y fertilidad, virtudes cardinales en la sociedad romana.
Representaciones adaptadas a cada familia
Se representaban con estatuillas de plata, bronce, marfil, madera o cera que se colocaban en las casas humildes detrás de la puerta y en casas de familias pudientes en la capilla o lararia donde un esclavo prestaba sus servicios.
Se les imploraba e invocaba con plegarias para la defensa de cerrojos y familias de ataques de bellacos. Les pedían protección a la virtud, comodidad y aspiraciones de la familia, con ofrendas variadas, desde vino y frutas, coronas de flores, mirto y romero hasta perfumes con lámparas encendidas ante las imágenes.
Se les consultaban asuntos importantes para la familia, ya que sus orientaciones eran creídas como oráculos y, ante la adversidad, les ofrecían incienso, exponiéndose a la burla, azotes y mutilaciones por parte del ejército del emperador Calígula, quien estaba descontento con su protección divina.
Dioses para cada necesidad cotidiana
Los dioses lares protectores genios de cada morada, protegían a cada familia, ya que el príncipe Eneas, de origen troyano, instauró su culto en Italia, donde se pedía al genio familiar la protección de campos, casa, despensa y demás factores vitales para el bienestar.
Durante la cena se derramaba vino, leche o miel en el santuario familiar, que tenía una llama perenne que los romanos llamaban hogar. Era parte del culto a antepasados, pero no a los muertos, ya que los fallecidos se incineraban y se alababan para guardar sus cenizas en urnas.
Genio familiar
Como había un genio para cada imperio y cada ciudad, en Roma, con el genio público, igual había un genio familiar para cada casa. La familia romana era patriarcal, el padre, como jefe de la célula familiar y la religión doméstica, ejercía como sacerdote y organizaba el lar (hogar) con figuras de Lares y Genios de su devoción, para proteger a quienes viven bajo su techo.
Se creía en dos genios para cada ser, uno para el bien, representado en figura joven, con corona de flores y cuerno de la abundancia, y otro, que se desviaba hacia el mal, representado como viejo, con pelo corto, larga barba y un búho de mal agüero.
Dioses Protectores
Los custodios de cada casa y familia se veneraban desde la niñez, con el dios Nundina o genio protector del nacimiento y desarrollo del ser. La diosa Cunaria o Cunina, que protegía a los niños en su cuna y les ofrecía leche de las matronas.
Los dioses Fabulinus, Farinus y Locutius les enseñaban a hablar. Abeona la diosa para enseñar a andar, y Domiduca que protegía en el camino al niño desde la escuela. También, había dioses del comer conocidos como Educa y Pontina y para la robustez ósea el dios Ossipago.
Los adolescentes llevaban un pendiente de oro en el cuello en honor a los dioses Lares y los esclavos liberados ofrecían su dije a estos dioses. Los campesinos pedían la protección de su labor a varios dioses, como Rucina, Terensis, Telluno, vervactor, Messia; entre otros.
Los pastores pedían que los dioses Flora y Silvano cuidaran sus rebaños, a Bubona le confiaban los bueyes, a Epona que velara por las yeguadas y al dios Pales que protegiera a los carneros. Los jardines y huertos eran protegidos por la diosa tutelar Pomona.
Dioses negativos
Dioses negativos, como Véjove que se consideraba con naturaleza infernal, o la diosa Laverna venerada por los ladrones, junto a dioses de enfermedades y las pestes, dios de aire maloliente, y los lémures o fantasmas se espantaban con su energía negativa.
El dios de la burla llevaba un gorro con cascabeles, careta en una mano y muñeca en la otra, simbolizando la locura. Mientras, que el dios de las riquezas, Plutón, ciego, no podía discernir entre buenos y malos, lo representaban como un anciano cojo, con una bolsa en la mano que desaparecía rápidamente.